Un trabajo publicado en la revista Nature Plants revela que los árboles más antiguos, más allá de ser seres vivos que aportan una presencia majestuosa, aportarían una serie de beneficios ecosistémicos en los bosques. Estos árboles de larga supervivencia —algunos llegan a ser centenarios o milenarios— también son vitales para preservar la capacidad de adaptación de los bosques a largo plazo ante un entorno ambiental en cambio constante.
En este trabajo ha participado el Dr. Sergi Munné Bosch, catedrático de la Facultad de Biología de la Universitat de Barcelona, investigador INSA-UB y miembro del Instituto de Investigación en Biodiversidad (IRBio), junto con investigadores de los Estados Unidos y de Italia.
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